martes, 6 de mayo de 2008

Caidos sin Guerra







Por estos días se cumplen tres años de la tragedia del volcán Antuco, cuando 44 soldados conscriptos y un suboficial del regimiento reforzado Nº 17 de los Ángeles, murieran a causa de una aguda hipotermia producto de una violenta ventisca de nieve, en las faldas de la cordillera de los Andes. Convertido y envestido por la ciudadanía como un verdadero capítulo épico de nuestra historia militar, estos jóvenes soldados dan testimonio de su valentía y heroica lucha por vencer la cruda adversidad que el destino y la impericia de los mandos superiores trazaron en sus vidas. Estos jóvenes reclutas son el más fiel, reflejo de lo que alguna vez hicieron 77 jóvenes soldados del regimiento Chacabuco, al mando de su comandante Ignacio Carrera Pinto, en la sierra Peruana en el poblado de “La Concepción” un día 9 y 10 de julio de 1882. En donde resistieron el fuego enemigo parapetados en una pequeña iglesia, contra el ataque de miles de montoneros, indígenas y soldados peruanos al mando del general Avelino Cáceres y el coronel Juan Gastó.
La tragedia de Antuco conmociono al país y creo un ambiente de rabia, dolor y abrió las viejas heridas que lentamente cicatrizaban producto de la dictadura militar y de una lenta transición que sumía al Ejercitó en una gran incertidumbre, ya que veía como sus esfuerzos en recomponer las relaciones cívico-militares, eran una vez más destruida por una tragedia que enlutaba a toda una nación, y que a primera vista la sociedad los apuntaba como los principales responsables. Con el pasar del tiempo el debate se abrió a una diversidad de matices, desde la efectividad del servicio militar, los procesos de selección e instrucción militar y el escaso equipamiento que disponían al momento de la fatídica marcha. Aunque el debate político se concentro en buscar a los responsables que componían el alto mando de la unidad, los expertos militares y civiles insistían en el poco equipamiento de montaña y en la negligente responsabilidad de los mandos por estos jóvenes conscriptos.
Mientras tanto en Santiago un emocionado e impactado General Cheire era respaldado por la totalidad del gobierno y anunciaba todo el apoyo de la institución a las familias de las víctimas. Un hecho que llamo profundamente la atención y quedo registrado en cámaras, fue cuando el comandante en jefe, inspeccionaba personalmente el lugar de la tragedia y encontró a un soldado fallecido. Al verlo el general Cheire lo arropo con su propia ropa, rezo junto a él y le obsequio una medalla de la Santísima Virgen del Carmen, un hecho sin precedentes en la historia del ejercito, en que el general más antiguo de la institución, logre tan cercano contacto con un soldado que ni siquiera, a logrado licenciarse de su periodo básico.
La prensa en forma continua lograba despachos en directo y una amplia cobertura de todos los pormenores de la tragedia. Esto genero en la opinión pública, una visión olvidada por las sociedad chilena. Y es que el ejercito mostró un rostro más humano, solidario y un trato fraternal con las víctimas y sus familias. Junto con ello, la institución castrense facilito las tareas de búsqueda y rescate de los cuerpos, además colaboro sustancialmente con la investigación del hecho.
Evitando así un juicio reprochable y una dura condena pública, por obstruir todas las pericias investigativas y de publicidad, como se acostumbraba hacerlo en el periodo del gobierno militar y en los primeros años de la transición. Después de tres años de ocurrida la tragedia, se puede asegurar con certeza, que los soldados fallecieron a causa de los precarios elementos de seguridad y del equipamiento de montaña. Junto a la impericia de los mandos superiores y de una impredecible ventisca de viento y nieve. Sin lugar a duda esto coloca en el debate nacional, la administración de los recursos castrense que provienen de los excedentes del cobre y que constantemente son cuestionados.
Será el caso que estamos ante dineros que privilegian el desarrollo técnico y material de las fuerzas armadas, con el bienestar previsional del personal de planta, a cambio de la paupérrima inversión entregada a los miles de jóvenes que se acuartelan para realizar su servicio militar obligatorio. Esto demuestra el contraste en el desarrollo de la defensa nacional, demostrado con un alto grado de modernización que nos deja a la vanguardia en la región del cono sur. Pero todo esta evolución a dejado al margen a la dirección general de movilización nacional, encargada de ingresar a los soldados conscriptos y de los pocos recursos que se le asigna por cada soldado.
Durante los gobiernos de la concertación se han realizado grandes avances, llegando actualmente casi al 100% de voluntarios y convirtiendo a los conscriptos en soldados profesionales, con proyección de una carrera militar. Esto es parte de la modernización que el Ejercito necesita, para mantener un personal altamente calificado para las diferentes operaciones, con lo cual nos acercamos mucho a los países desarrollados que implementaron esta modalidad desde hace varias décadas atrás.
Recientemente la corte marcial a fallado en contra del Mayor Patricio Cereceda, condenándolo a cinco años de presidio, pena efectiva que cumple en el centro penitenciario de Punta Peuco. Esto resolución judicial entrega algo de consuelo a las familias de las víctimas de tan cruda tragedia, que nos llama a reflexionar sobre el deber militar con la patria y sobre la responsabilidad que le cabe al Estado en materia penal y civil.

Bastian Pinto San Martin

2 comentarios:

Unknown dijo...

me parece buena tu nota
pero estoy en contra que subas fotos espero entiendas...

Sergio. dijo...

Bastián, las fotos son necesarias para que la memoria de Chile entienda que es lo que NO debe suceder jamás. Hasta ahora, siguen sin castigo los culpables de este horror...
Un abrazo.

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