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lunes, 18 de febrero de 2008
Estado de guerra en 50 años.
El 4 de febrero las calles de Bogotá, se llenaron de millones de voces en diversas manifestaciones que paralizó a todo un país, que aclamaban contra un grupo insurgente autodenominado las “fuerzas armadas revolucionarias de Colombia”. Sin lugar a duda el impacto fue mediático y grande siendo apoyados con diversos actos de solidaridad en todo el mundo contra las acciones violentistas de este grupo insurgente. La historia de las FARC se remonta por los años ´60 cuando al interior de la boscosa selva de Colombia, se logra desarrollar un movimiento político armado de izquierda, respaldados principalmente por el partido comunista de Colombia y campesinos que proponen una gran reforma agraria y la salida de los grandes capitales extranjeros del país. Pero su vida pública y política se empieza recién a conocer en la década de los ochenta, cuando logran establecerse con total autonomía y fuerza en distintos distritos al interior de Colombia, debido a su explosivo aumento de guerrilleros que lograron reclutar con el transcurso del tiempo, conjuntamente con un sin numero de armas de alto poder de fuego, que lograron obtener y que hasta el día de hoy es un misterio su procedencia. Las FARC con casi medio siglo de existencia han permanecidos activos militarmente, debido a su estricta disciplina militar y a un financiamiento constante a través del narcotráfico, rescates de rehenes y aportes de extranjeros que incluso provendrían del gobierno Venezolano. Los numerosos distritos y poblados en donde operan las FARC son de una cruda pobreza, que mantiene a una juventud y población sin expectativas reales de emprendimiento y de superación económica. Esto crea un verdadero caldo cultivo ya que muchos niños y adolescentes se ven atraídos por la guerrilla, por la sencilla razón que esta les ofrece un “status” de vida diferente en donde pueden proyectarse ha futuro y escapar de la marginalidad depresiva que son victimas desde temprana edad en las “favelas” de Colombia.
En las FARC es muy común encontrar a niñas y mujeres engrosando las filas de la infantería armada, esta causa puede tener su respuesta debido que las mujeres ven en la guerrilla una institución que las respeta por su genero y que no serán victimas de discriminación o de cualquier abuso de carácter sexual, como suele suceder en las distintas poblaciones y hacendados donde se reclutan a las muchachas de las FARC. En ese sentido las FARC entregan una rigurosa instrucción militar y educacional en donde tanto hombres como mujeres, sirven en los mismos puestos y funciones penalizando con duros castigos quiennes se atrevan a pasar por alto cualquier norma o reglamento interno de la guerrilla, lo que incluye la prohibición de discriminación de cualquier especie, hacia la mujer o abuso que puedan cometer los guerrilleros hombres con ellas.
En los noventa vemos como las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia, logran enfrentarse casi en igualdad de fuerza con el Estado Colombiano. Y como una aliciente esos años nos muestran crudas imágenes de combates con el ejercito de Colombia. Son aquellos años del conocido “gangsters” de la droga Pablo Escobar y su violenta muerte en un atentado perpetrado en 1993 por las calles de medellín. También el periodo de violencia prosigue sin tregua, en donde el país cafetero sufre el flagelo constante de la delincuencia, secuestro, narcotráfico, crimen organizado y terrorismo. Como no olvidar el sangriento asesinato del conocido jugador de fútbol y seleccionado Colombiano Andrés Escobar, dos días después de llegar del mundial de fútbol de EE.UU en 1994. Estos fueron eliminados del torneo cuando este defensor, por un error sentencia el partido a favor de los norteamericanos, con la posterior eliminación de los cafeteros del mundial.
Desde sus inicios las FARC se han autodenominado “ejercito del pueblo”, clara alusión a su filosofía de política marxista y de revolución armada en donde pretenden reconstruir el Estado, ha un modelo de corte socialista. Su fundador y líder histórico llamado por sus hombres “comandante” Manuel Marulanda, siempre se ha jactado que su lucha y operaciones armadas son de carácter político-social y que su proyecto se sustenta con diversos postulados y manifiestos que hacen de ellos una organización subversiva e insurgente, contra un Estado opresor que genera desigualdades y pobreza en su tierra. Por lo tanto, consideran necesario que sus acciones sean reconocidas como parte de su lucha interna, justificando la vía armada como único medio de defensa. Por lo mismo es que niegan que su organización y acciones sean acusadas de “terrorismo o criminalidad”, como suele ser reconocida las FARC en todo el mundo.
Manuel Marulanda puede tener razón que en sus inicios la guerrilla, encontró una postura política que le servía como plataforma y escudo para negociar con cualquier líder que sirviera en la primera magistratura de Colombia. No obstante, con el lapso del tiempo las FARC se inmiscuyeron con las oscuras redes del narcotráfico, terrorismo y criminalidad. Además todos sus ataques son perpetrados con una crueldad sanguinaria sin precedentes, en donde los derechos humanos son olvidados por los miles de verdugos que disfrazados tras un uniforme militar de color verde olivo y una capucha, ejecutan ordenes en donde las víctimas sufren la privación de libertad en crudos y mal olientes campos de concentración que incluyen torturas y maltratos de toda especie. Muchos militares y policías capturados por la guerrilla son sometidos ha una especie de corte marcial, en donde se les juzga arbitrariamente sin tener derecho a una defensa ni menos ha un juicio justo y debido proceso.
El año 1999 el entonces presidente de Colombia Andrés Pastrana conjuntamente con la administración Clinton de EE.UU, elaboraron una estrategia para combatir el narcotráfico y la guerrilla llamado “plan Colombia” que consistía en la intervención militar del cuerpo de marines y fuerzas especiales norteamericanas, en tierras colombianas como la inyección de millones de dólares en ayuda al maltratado Estado Colombiano. Toda esta operación político, militar y económica pretendía desarticular por una parte a las FARC y por otra disuadir a quienes se tienen y caigan en sus redes, evitando así el reclutamiento de miles de jóvenes en programas de educación y reinserción laboral. Desde el punto militar se lograron recuperar muchos distritos y romper la línea de frente que impedía avanzar al ejercito Colombiano, en tierras donde la guerrilla servia de campamento, muchos de estos usados como laboratorios para procesar los estupefacientes. Constantes ataques aéreos por aviones cazas de combate bombardearon sectores estratégicos de las FARC, que según muchas fuentes las izo retroceder y arrinconarse en una minúsculo sector de la selva. También se uso como arma el cuestionado herbicida “agente naranja” un químico usado en la guerra de Vietnam, que consiste en destruir la maleza y arbusto en zonas de espesa vegetación, en donde este puede ser usado por la infantería enemiga como escondite, provocando grandes bajas en eventuales combates.
El plan Colombia no logró grandes avances concretos, pero lo que si es cierto es que diezmo mucho la fuerza militar de las FARC y esto contribuyo ha que la guerrilla aceptara una zona desmilitarizada de 4749 kilómetros cuadrados. En esta zona imperará la ley y sirve como puente de negociación entre el gobierno y los múltiples de subversivos que quieran aceptar el dialogo. Actualmente con la administración del presidente Uribe se ha querido atacar a la guerrilla por el lado de las negociaciones y el intercambio de prisioneros, recordando que muchas de las operaciones armadas autorizadas por el presidente Uribe, parecen haber fracasado. En los últimos días vemos como la comunidad mundial ha reaccionado con estupor, ante las crudas imágenes y testimonios de rehenes que fueron liberados o lograron escapar del cautiverio. Las FARC en su actual realidad está sumada en el narcotráfico, en la venta ilícita de armas y en una organización de características terrorista que pretende robustecerse a manos llenas, ha cambio del dolor y sufrimiento de las personas que solo quieren vivir en paz y disfrutar la democracia y libertad en su país Desde el propio gobierno Colombiano hasta el gobierno galo del presidente Sarkozy, han anunciado múltiples ayudas económica y de reinserción social a los guerrilleros que quieran dejar las armas, por una vida digna y cristiana como la de cualquier ciudadano. Pero estos se han rehusado de optar por otro camino y reafirman su estupidez de empuñar las armas por su revolución o mejor dicho por su criminalidad y terrorismo. Por ahora solo nos resta esperar a que los lideres no se queden en las buenas intenciones y que pronto tengamos un punto final al secuestro, al terrorismo y a la ilegalidad de estas organizaciones criminales, que amparan odiosidad, violencia y salvajismo entre su gente.
Bastian Pinto San Martín
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