Que China conocemos ?

Encontre interesante este artículo publicado por el diario la Nación, el día 10 del presente mes. Espero encantarlos con esta publicación ya que es sinonimo de mucho debate y discución. Para las personas que lo leyeron por favor hacer presente sus comentatios.


LE MONDE, DERECHOS EXCLUSIVOS PARA LA NACIÓN
La cáscara vacía del Partido Comunista chino


Sin organización de base ni prestigio y cuyos miembros atraen el desprecio de la población, no puede ya absorber a las elites políticas y a las fuerzas vivas de la población. Dirige un país de creciente potencia y cada vez más complejo.


Cai Chongguo, disidente chino, autor de “China, el Reverso de la Potencia”

Rara vez se había visto en China un ambiente tan deprimido el 1 de julio, para la fiesta de aniversario del Partido Comunista. Desde fines de mayo, los sitios de Internet venían denunciando las condiciones de trabajo, en especial las de los obreros esclavos de una fábrica de ladrillos. La prensa y la televisión oficiales tuvieron que hablar sobre el tema. La fábrica de Shanxi utilizaba 32 muchachos. Algunos días más tarde, 400 padres de niños desaparecidos lanzaron un llamado de búsqueda. Todos los medios y los sitios de Internet se refirieron al escándalo: niños de ocho a trece años, reducidos a la esclavitud en esta fábrica, trabajaban sin salario y se les dejaba meses sin posibilidad de lavarse.

Esta barbarie fue revelada en una China que tiene ya 150 millones de internautas y 50 millones de blogueros. La red ha brindado un espacio de debate y de comentarios como no se había visto desde 1989. Cada emoción manifestada ante la suerte de esos niños produjo un impulso acumulativo en otros internautas. A esta emoción se agregó la indignación por el hecho de la complicidad del partido y de las autoridades locales en esos casos.

El secretario del PC de la ciudad pertenecía a la familia dueña de la fábrica y era miembro de la Asamblea Popular local. Se volvió a hablar, entonces, de explosiones en las minas, de tráfico de niños o de trabajos forzados, temas revelados hacía años en la prensa pero de un modo disperso; hoy, en cambio, esta acumulación de hechos golpea los espíritus y produce una suerte de choque. Ante esta indignación colectiva, la censura gubernamental se vio paralizada durante dos semanas y no ha sabido cómo intervenir. Eso permitió a los internautas expresarse libremente sobre el tema y manifestar su cólera, pero también sus análisis y sus comentarios.

Las discusiones han mostrado que el trabajo obligado está en vías de institucionalizarse un poco en todas partes del país y que, si los diarios hubiesen destacado el asunto hace tiempo, el Gobierno no habría prácticamente reaccionado. De ello ha resultado un flujo de críticas -verdaderos insultos- hacia los dirigentes y el partido, con frases no censuradas tales como “todos somos esclavos de las personas de Zhongnanhai”; “todos se comportan como propietarios de esclavos”. Dicho de otro modo, términos mil veces más duros que los de los disidentes de otrora. Se ha comenzado a creer en lo que se creía antes: por ejemplo, las críticas provenientes de los países occidentales por el tema de los derechos humanos o de la tragedia de 1989 en Tiananmen. Se dieron cuenta de que el país podía permitir que se instalara una extrema crueldad.

Empezaron a interrogarse sobre el rol histórico del partido, en el poder por más de medio siglo, el mismo que se ufanaba de haber ayudado al pueblo chino a escapar de la opresión y haber sacado a los campesinos del esclavismo. Los debates cuestionan también el funcionamiento del PC en sus organizaciones de base, que no se contentan sólo con defender el interés de los patrones dedicados a una explotación sin piedad de los obreros, sino se implican directamente. Retomando las concepciones marxistas de la historia, los blogueros ironizan: “Hemos cumplido la etapa del comunismo primitivo y, según las leyes del materialismo histórico, llegamos al período esclavista, que en adelante es nuestro futuro”. Así, en un mes, se ha hecho humo todo el trabajo emprendido hacía cinco años por los dirigentes en cuanto a la necesidad de que el partido esté más cerca del pueblo y de la construcción de una “sociedad armoniosa”. El término mismo “sociedad armoniosa” ha tomado un sentido irónico: “armonizar” se convirtió en sinónimo de reprimir o censurar. Ya no se dice “se le arrestó”, sino “se le armonizó”; “censuraron mi artículo” se cambia por “mi artículo se armonizó”… Esas discusiones debilitan profundamente la credibilidad del partido y su autoridad. Ponen en tela de juicio su rol histórico y su naturaleza en el momento en que se festeja el aniversario. Pero el malestar no se detiene allí: toca también a la organización del PC.

En octubre de 2006, un joven investigador del Instituto Político de la Juventud, en Beijing, Chen Shengluo, entregó un informe de un estudio realizado en terreno para observar cómo se organizaba el partido en las empresas del Estado, que otrora fueron uno de sus bastiones. Conclusión: ya no existe prácticamente organización de base; de 70 millones de miembros, 40 estarían inactivos. Hay que decir que, desde hace 10 años, con las privatizaciones y los cierres de fábricas, muchos miembros del partido fueron licenciados; otros, los campesinos miembros, abandonaron el campo y su grupo político inicial y se convirtieron en “comunistas inmigrantes”.

En la ciudad no encuentran asociaciones equivalentes en las empresas extranjeras cuyos jefes, venidos de Hong Kong o Taiwán, se interesan poco en la presencia de comunistas en sus empresas. ¡Algunos llegan hasta a decir de él que se trata de un partido clandestino! En efecto, 60% de las empresas son privadas o pertenecen a capitalistas extranjeros. Numerosos patrones no tienen por tanto carné del partido, aunque sean ellos quienes toman decisiones; la célula del partido se limita a apoyar sus decisiones.

Dicho de otro modo, en las empresas son más bien los capitalistas quienes dirigen al partido y no a la inversa; pueden despedir a los asalariados, sean o no miembros del PC. En esta situación poco gloriosa, muchos comunistas no declaran su pertenencia. Temen a las burlas y, encima, ser reconocidos como militantes los complicaría en la búsqueda de otro empleo. En una empresa, además, con jornadas laborales de doce o catorce horas a menudo no hay tiempo ni local reservado para desarrollar las actividades del partido.

En la ideología oficial, el partido constituye una “vanguardia” de la clase obrera y del campesinado, dirige al país hacia la sociedad comunista. Pero nadie cree más en esta ficción en una China donde el crecimiento se embala sobre los mercados externos. Esta crisis no deja de engendrar graves problemas y, por de pronto, respecto de los motivos de adhesión. ¿Por qué adherir hoy al PC? Las motivaciones gloriosas de otros tiempos han desaparecido y ya no existe ideología desde fines de los ’70. Ahora se hace por interés personal, para obtener una promoción, por arribismo. Los candidatos se reclutan con frecuencia entre los operadores de negocios.

Las prácticas corrientes de corrupción los alejan de las personas honestas y talentosas, cuidadosas de mantener sus distancias respecto del partido. Se debe, sin embargo, reconocer que la organización se mantiene en varias esferas de la sociedad y en especial en el Ejército, la policía y en la administración pública. Pero en otras partes, en los campos o las fábricas, se puede decir que se trata prácticamente de una cáscara vacía. Un partido como ése, sin organización de base ni prestigio y cuyos miembros atraen el desprecio de la población, no puede ya absorber a las elites políticas y a las fuerzas vivas de la población. Dirige un país de creciente potencia y cada vez más complejo. Necesita inevitablemente interrogarse sobre su futuro y el del mundo. A sus 86 años, entró a una crisis con múltiples aspectos y síntomas, pero por el momento no se le ve la salida.

Diario La Nación